En este contexto, después de un largo periodo de restricciones, es importante enfrentar esta etapa de la mejor manera, y tener claro que la pandemia ha generado cambios. Hubo un momento en que todo quedó en pausa, obligándonos
a revisar cómo estábamos haciendo las cosas y modificando drásticamente las prioridades de cada uno.
La necesidad de reencontrarnos y ayudarnos unos a otros pasó a tener mayor relevancia, algo que sin duda debería primar en esta “nueva normalidad” como una manera de enfrentar la vida, recordando que todos compartimos los mismos problemas y las mismas esperanzas, y lo que hacen unos afectará rápidamente a otros.
Esta crisis sanitaria nos obligó a reinventarnos en muchos aspectos y formas de vivir. Por lo tanto, la reorganización tiene que ser flexible, dándole espacio a los nuevos sistemas que nos han servido para mejorar la convivencia familiar o el desarrollo laboral. Es recomendable hacer parte a los hijos de este proceso en el hogar.
Después de una etapa difícil de pandemia, es importante reforzar la confianza en nosotros mismos respecto de lo que somos capaces de hacer y la capacidad que tenemos de enfrentar situaciones adversas.
Se aconseja mantener algunas prácticas en la casa, como tácticas de relajación y deporte. Así, frente a cualquier cambio podemos continuar con aquello que nos hace bien.
Valorar los espacios públicos y cuidar de otros.
Cultivar la paz mental que nos permita tener en el horizonte el ayudar a los demás, porque finalmente haciendo eso nos ayudamos a nosotros mismos.
Quienes tienen creencias religiosas, darse el espacio para reforzar la fe y enfrentar una nueva etapa de la vida.